Venezuela 0 - Argentina 3
El juego no fue particularmente bueno. No se puede decir que hubo duda alguna después del minuto 25 de la inminente victoria argentina. Sin embargo (y esto no es conformismo) la derrota de la selección contra los gauchos significa muy poco. Es cierto que no se vio un juego ni vistoso ni efectivo por parte de la Vinotinto, sin embargo no se vieron los desordenes de antaño. De nuevo, no quiero ser conformista, pero he sufrido muchas veces la vergüenza de los errores del pasado y en pocas oportunidades he podido encontrar argumentos para justificar derrotas. En este caso me siento contento con el simple hecho que un mejor equipo nos ganó como debía ser. No le regalamos la victoria, no salimos humillados por nuestras carencias. El mejor equipo ganó y eso para mí es suficiente.
Lo que es inaceptable fue la organización del evento. Quienes llegamos al estadio una hora antes del comienzo del juego, no pudimos entrar al recinto sino hasta poco después del segundo gol. Una vez adentro, conseguir un sitio para ver lo que quedaba del primer tiempo fue tarea imposible. Al menos a mil personas se les hizo imposible entrar al estadio, con los accesos a las gradas totalmente llenos. La organización del evento estuvo a cargo de una compañía llamada “Delujo Producciones” (de la cual nunca había oído) e hicieron el peor trabajo posible. El primer punto de chequeo para gradas tenía sólo dos personas verificando la autenticidad de las entradas. En gradas se esperaban 20 mil personas y la gente de “Delujo” consideró que cada uno de sus agentes de seguridad podría manejar 10 mil personas en tiempo record. En Venezuela existen al menos cinco compañías que organizan eventos que hubiesen hecho un trabajo profesional. La Federación utilizó a una empresa sin el conocimiento ni los recursos para hacer un trabajo aceptable. Si quieren que sigamos apoyando a la selección, la FVF tiene que hacer un mejor trabajo de organización.
En el aspecto futbolístico la selección mostró poco. Tanto la defensa como el ataque se vieron lentos, sobre todo comparándolos con el vértigo de los argentinos. En el medio campo Páez fue predecible, con la misma pausa y buscando los laterales. Sólo Jiménez tuvo un buen juego, haciendo el trabajo de contención y llevando peligro al ataque. No se si fue el poco tiempo de descanso después del juego contra Ecuador o el peso de enfrentar a los argentinos, pero la selección se vio aletargada, esperando la oportunidad, no queriendo perder, sin ambición. Esperemos que para los juegos de noviembre hayan pasado los nervios de los primero compromisos.